jueves, 11 de octubre de 2012

Desafíos e interrogantes de la “ciber televisión”: redefiniendo la TV del futuro

Dra. Gabriela Fabbro (*)

Los analistas necesitamos dar un nombre a nuestro objeto de estudio. Y la televisión de la actualidad es definida como “ciber televisión”, “televisión a la carta”, “ciber video” (1), conceptos que se suman a las anteriores definiciones de “paleo televisión”, “neo televisión”, “post televisión” e “hiper televisión”. Si uno piensa que la “paleo televisión” tuvo entre 30 y 40 años de duración, la “neo televisión” no llegó a 20, la “post televisión” no llegó a 10, la “hiper televisión” tiene 5 y la “ciber televisión” tiene un año de historia, podemos afirmar que, en 60 años de TV, estas etapas son cada vez más efímeras y nuestro objeto de estudio está muy cambiante.



Por otra parte, los contenidos audiovisuales son los más desarrollados y consumidos en el ciberespacio, ya sea que hayan sido concebidos como videos ficcionales, con el propósito de contar una historia…


…O no, como el retrato de la anécdota de la mascota que “canta” el feliz cumpleaños.


(1) Cfr.“Los cibermedios en América Latina y la Web 2.0” (Revista Comunicar, Said y Arquila, Barranquilla, Colombia, 2011)

Hacia una nueva concepción de la recepción televisiva: horizontalidad y “prosumidores”

Tanto en los medios tradicionales como en los nuevos medios, hoy estamos frente a un paradigma de comunicación horizontal y multidireccional. Las audiencias están compuestas por muchas más personas que antes, y éstas se encuentran cada vez más dispersas, pero, paradójicamente, hoy podemos saber sobre ellas más allá del rating que marcamos anoche en la medición de IBOPE. Frente a algo cuantitativo como es el rating en TV abierta, en el ciberespacio estamos hablando de miles de personas que pueden acceder a nuestro contenido, cuyos consumos debemos analizar desde una mirada cualitativa y no tanto cuantitativa.

Por otra parte, todos nos convertimos en emisores y receptores al mismo tiempo, y este fenómeno está directamente vinculado con la horizontalidad y democratización de la información que claramente propone el ciberespacio. La pregunta que habría que responder es si todos estamos capacitados para ser emisores y receptores. Al respecto, sostengo que la figura del editor sigue siendo importante, para que el emisor siga teniendo cierto “dominio” sobre el contenido.

Características del relato audiovisual en la cibertelevisión

Por la fragmentación, la falta de atención, la rapidez, la brevedad y la prevalencia de lo efímero, estamos asistiendo a narrativas cada vez más fragmentadas (“microrrelatos” o “nanorelatos”, sintetizados en 140 caracteres). Vamos hacia los relatos breves que son condensación de narraciones extendidas: uno ya no ve la película completa (dado que tal vez ya no disponga de una hora y media para hacerlo), pero ve la primera secuencia y el tráiler porque se lo recomendó un amigo en You Tube. La existencia de narraciones breves como condensación de narraciones extensas implica que alguien pensó en narraciones extensas para que luego sean consumidas de modo efímero. Y esto es un desafío muy interesante desde el punto de vista del gestor de contenidos: ¿las producciones audiovisuales deberían concebirse como tales independientemente de la plataforma en la que vayan a ser exhibidas, o deberían modificarse según el soporte?

A raíz del análisis que estamos haciendo sobre las webseries en el Observatorio de la TV, intentamos comprobar la hipótesis de queel contenido no se modifica tanto. Por ejemplo, una webserie que nace en Internet y luego pasa a un canal como MTV sí sufre cuestiones de producción y edición propias de las exigencias del medio televisivo. Pero, a la vez, también hubo casos de series que pasaron a la red, con seguidores y demás. La modificación del contenido pasa por otros artificios y estrategias.


Pensando en algunas características propias de este discurso audiovisual que está circulando por el ciberespacio, señalo algunas categorías y cuestiones narrativas. Claramente, este contenido está superando la dimensión espacial. Si antes hablábamos de “pantalla de TV” y el montaje tradicional del cine indicaba cómo distribuir los elementos dentro del encuadre, hoy las leyes de la continuidad no están respetadas: los personajes se van de cuadro, entran por arriba y por debajo, el raccord no existe…

Varias de las leyes que sostenían la clasicidad del relato se suprimen, y éste se hace ubicuo, puede fragmentarse temporalmente, es decir, un fragmento puede ser visto en forma circular, con sincronías y asincronías. Por lo tanto, empieza a perder los límites espaciales y temporales. El receptor puede hacer un uso sincrónico o asincrónico del contenido; el “menú a la carta” habla de la asincronía: se consume en el momento en que yo puedo, y no cuando el emisor decide ponerlo al aire.

Al menos por ahora, este fenómeno se da con el entretenimiento: los focus group realizados al respecto están llegando a la conclusión de que la mayoría de los contenidos audiovisuales tienen un primer uso asociado al entretenimiento, luego a lo informativo, a lo económico- institucional y, en muchos casos, ya en una lectura psicologista de la recepción, ayudan a construir identidades. El hecho de poner el video de la mascota está expresando una privacidad que se hace pública y, a su vez, está construyendo la identidad de ese nuevo emisor que es receptor. Claramente este es el motor de las redes sociales, y el contenido audiovisual es lo que más se transmite y viraliza a través de ellas.

El lenguaje audiovisual en este tipo de discursos no constituye unidades de sentido cerradas, como por ejemplo “la película” o “el episodio de la serie número tal en temporada cual”. Esa es la idea de obra, pero hoy estamos frente a la noción de textos, que lo que hacen es estallar el sentido: no tienen una unidad cerrada ni un único sentido; por el contrario, cada uno de los usuarios va a darle un sentido a los significados que puso ese emisor. En un libro, película o novela antes había un significado que era decodificado como tal. Hoy podemos hablar mucho más de una dispersión del sentido a partir de lo que un receptor decodifica de un texto audiovisual.

Los usuarios generalmente construyen el orden definitivo que tiene un discurso audiovisual, es decir, finalmente, si quiero ver algo de una película determinada, veo la secuencia, veo el tráiler, y hasta hoy la industria del DVD nos presenta la película por escenas principales. Por lo tanto, yo le doy el orden que deseo a un texto que fue pensado de otra manera, que tenía otra lógica desde el guión y su estructura narrativa, otra lógica desde los plot points y desde los picos de tensión. Toda la fórmula que el guionista ponía al servicio de un texto y que podía ser decodificada de una manera, ahora es cuestionada y explota frente a estas nuevas formas de consumo.

Estamos frente a una pantalla que se desliza, que se va abriendo frente a nuevas ventanas, es una pantalla que circula y que no tiene límites, y justamente todo ese encuadre y toda esa distribución de elementos, objetos y personajes hoy realmente estalla a partir de estas nuevas formas narrativas. Por su parte, la brevedad atenta mucho contra la dosificación de la información cuando uno tiene que contar algo. Porque, aunque uno tenga la posibilidad de hacerlo, no va a ver una hora y media de película en un teléfono móvil; preferirá consumir algo mucho más breve y efímero. Aquí está el desafío para los gestores de contenidos.

En conclusión, gran parte de las respuestas están en las buenas historias, independientemente de que sean de una hora de duración o escritas en 140 caracteres. Hay que destacar que las audiencias (cada vez más críticas e independientes) sabrán valorar una buena historia, más allá del formato, el soporte o la extensión. Aquí reside el gran desafío de los gestores de contenidos: saber contar bien lo que luego la gente valorará como una buena historia.

(*) La autora es Directora del Observatorio de la Televisión y profesora en el Programa de Gestión de Contenidos de la Escuela de Posgrados en Comunicación (Universidad Austral). Este artículo resume las ideas principales de su presentación en el Workshop “La gestión de contenidos en el universo post media”.

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